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  • Foto del escritorArturo López

La curiosidad como factor de aprendizaje

El niño se acerca hacia la mariposa, la observa con detenimiento y con el suficiente cuidado para no ir a espantarla y que esta vuele y ya no pueda seguir admirando sus colores y su forma. Su foco de atención está totalmente destinado a observar esa criatura bella y a entender qué es y qué hace.

Esa misma fascinación del niño se encuentra dentro de nosotros y resulta un mecanismo de aprendizaje experiencial. Conforme pasa el tiempo, nuestra curiosidad de va oxidando y tendemos hacia lo conocido o hacia adentrarnos en la rutina que nos va ganando la partida.

Sin embargo, el mecanismo de curiosidad vive dentro de nosotros y solamente es cuestión de darle una pequeña sacudida para que se vuelva a activar. Por ejemplo, lo podemos hacer por medio de preguntas que nos saquen de lo habitual y nos permitan explorar cosas nuevas. ¿Qué no he intentado con esta situación?, ¿quién sabría que hacer si estuviera en mi lugar?, ¿qué sería lo mas descabellado que podría hacer ante este problema que tengo que solucionar? Son ejemplos de preguntas que nos permiten salir del pensamiento habitual y explorar “fuera de la caja”.



La capacidad de sorprendernos también se puede seguir manteniendo viva dado que hay muchas formas efectivas de hacerlo. Viajar es una excelente manera de ser curiosos, experimentar vivencias distintas a lo que hacemos habitualmente, conocer personas diferentes y poder entablar conversaciones con ellas, aprender sobre algún tema que no sería común que nos interesara o comenzar a practicar algún pasatiempo distinto a lo que habitualmente llevamos a cabo en nuestro tiempo libre.

Muchas veces no somos curiosos porque eso implica volvernos más responsables ante probar soluciones nuevas y preferimos que alguien más nos diga qué hacer para que la responsabilidad quede del lado de la otra persona. Cuántos descubrimientos se deben a que las personas utilizaron su lado curioso y gracias a eso podemos hoy en día disfrutar de los resultados.

La curiosidad requiere ejercitarse y para eso hay que mantenerse activo en el uso y aplicación de la misma. El arte es una gran oportunidad de mantener de forma activa ese lado creativo y de experimentación hacia lo nuevo y lo desafiante. La observación de la naturaleza y de todo lo que hay en nuestro entorno también es una efectiva manera de poder seguir siendo curiosos. Acompañar a los niños durante su tiempo de juego y compartir su visión del mundo también es una gran forma de estimular la curiosidad o incluso aún mejor cuando conversamos con algún infante en esa etapa maravillosa donde aparece de forma común la pregunta ¿por qué?.



El ser humano tiene dentro de su equipamiento el ser curioso por naturaleza y si podemos mantenernos activos en ese sentido, podremos disfrutar más de la vida y de lo que hay alrededor de nosotros, aprender cosas nuevas y sorprendernos de cosas que no habíamos notado anteriormente.

Acción

Observa algo en tu entorno y date un tiempo de realizarlo con detenimiento, utiliza tus sentidos con calma y disfruta de la experiencia.

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